Un paseo por los sentidos y un sinfín de mensajes visuales
Las abstracciones implican un cambio radical en la naturaleza. El trabajo se convierte en automatismo psíquico. La intuición y la espontaneidad se imponen al control de la razón y a la estética convencional.
Las imágenes no figurativas son consecuencia de una filosofía que concibe las obras de arte como un ritmo calculado en el espacio, un conjunto coherente con tensiones y relajamientos, un abandono decidido de toda realidad, un mundo de formas y manchas con diverso ordenamiento y normalmente con la pretensión inicial de procurar sensaciones puramente visuales.
“La abstracción se caracteriza por un rechazo total de toda referencia a la realidad perceptible y por una manera particular de considerar, de ordenar y comprender el universo.”
Las abstracciones implican un cambio radical en la naturaleza. El trabajo se convierte en automatismo psíquico. La intuición y la espontaneidad se imponen al control de la razón y a la estética convencional.
Las imágenes no figurativas son consecuencia de una filosofía que concibe las obras de arte como un ritmo calculado en el espacio, un conjunto coherente con tensiones y relajamientos, un abandono decidido de toda realidad, un mundo de formas y manchas con diverso ordenamiento y normalmente con la pretensión inicial de procurar sensaciones puramente visuales.
“La abstracción se caracteriza por un rechazo total de toda referencia a la realidad perceptible y por una manera particular de considerar, de ordenar y comprender el universo.”
La velocidad con la que las abstracciones se han propagado por todo el mundo estableciendo una uniformidad de estilo no se debe en absoluto a su aparente facilidad de ejecución, sino a su clara determinación de rechazo y ruptura de todo lo anterior y por encontrarse en la frontera de lo informulado.
La idea de progreso tiene muchos adeptos y estos piensan, generalmente, que el arte debe caminar al ritmo del tiempo. Y nada mejor para encajar con los días que nos ha tocado vivir que la obra de Ángel Baeza, resultado directo de la experimentación, creación y del feliz abandono del modelado y la perspectiva.
Hay personas a las que no gusta este tipo de arte y no existen razones para que necesariamente les tenga que gustar, pero de lo que no hay duda es del respeto y la consideración que de ordinario merecen los artistas. Cualesquiera que sean nuestras opiniones, es fácil apreciar la preocupación del artista para resolver los complejos problemas que se le presenta durante la realización de sus obras. Es también posible que una imagen muy simple pueda ser consecuencia de grandes inquietudes. Y todas estas consideraciones son válidas a la hora de contemplar y juzgar las obras de Ángel Baeza, que seducen intensamente con una magia extraña y profunda, con una prodigiosa vehemencia, arrastrándonos a elevar la falta de sentido a categoría artística.
Ángela Baeza – Comisaria
La velocidad con la que las abstracciones se han propagado por todo el mundo estableciendo una uniformidad de estilo no se debe en absoluto a su aparente facilidad de ejecución, sino a su clara determinación de rechazo y ruptura de todo lo anterior y por encontrarse en la frontera de lo informulado.
La idea de progreso tiene muchos adeptos y estos piensan, generalmente, que el arte debe caminar al ritmo del tiempo. Y nada mejor para encajar con los días que nos ha tocado vivir que la obra de Ángel Baeza, resultado directo de la experimentación, creación y del feliz abandono del modelado y la perspectiva.
Hay personas a las que no gusta este tipo de arte y no existen razones para que necesariamente les tenga que gustar, pero de lo que no hay duda es del respeto y la consideración que de ordinario merecen los artistas. Cualesquiera que sean nuestras opiniones, es fácil apreciar la preocupación del artista para resolver los complejos problemas que se le presentan durante la realización de sus obras. Es también posible que una imagen muy simple pueda ser consecuencia de grandes inquietudes. Y todas estas consideraciones son válidas a la hora de contemplar y juzgar las obras de Ángel Baeza, que seducen intensamente con una magia extraña y profunda, con una prodigiosa vehemencia, arrastrándonos a elevar la falta de sentido a categoría artística.